Nos han educado bajo la figura autoritaria del profesor o la profesora. El profesorado dictaba los deberes y el alumnado debía cumplir con sus obligaciones. Nuestro aprendizaje ha sido mecánico y nuestras respuestas han sido automáticas durante toda la educación obligatoria. Todo ello ha creado varias generaciones de alumnos y alumnas que no han aprendido a pensar (puesto que nadie les enseñó a ello).
Poco a poco, caminamos por nuestra vida, algunas personas se detienen en el tiempo y se permiten el lujo de pensar mientras que otras personas caminan por su vida a contrarreloj evitando que las reivindicaciones tengan consecuencias negativas y tratando de velar por la comodidad de su propia persona.
Sin apenas darnos cuenta, la historia nos sitúa en el siglo XXI, atrás quedan las figuras autoritarias, los castigos y el aprendizaje mecánico. Con la llegada de “Bolonia”, el alumnado tiene ganas de aprender en libertad y el profesorado quiere educar bajo el espíritu crítico, la capacidad de trabajo y la reflexión de cada individuo… ¡MARAVILLOSO!
En la actualidad, las aulas de la Universidad están divididas en dos; aquellos y aquellas que nos educan a favor de nuestro desarrollo como personas y futuros profesionales de la EDUCACIÓN SOCIAL bajo el espíritu crítico, el pensamiento propio, la sensibilización y la lucha contra las injusticias y los prejuicios de la sociedad. Y en el otro bando se encuentran aquellos que prefieren hablarnos desde la figura autoritaria del profesor, la humillación, el castigo, los estereotipos y el tono de voz elevado para inculcarnos ideas erróneas y generalizadoras como: “las amas de casa son mujeres carentes de capacidad de escucha, con problemas de concentración y limitadas, puesto que a veces no entienden las cosas”.
Después de escuchar semejante afirmación hay personas a las que las puede entrar ganas de reír y a otras…ganas de llorar. En cambio a mi, me da rabia y me crea impotencia, puesto que “mi limitada capacidad de entendimiento” no me deja comprender esta clase de situaciones y puesto que la respuesta al pedir una explicación lógica y coherente ha sido desde el punto de vista del “aquí mando yo” y el “cállate que me interrumpes la clase” contestada con un sutil: “Esto es así, y punto” pues… AMÉN, pero yo con esto no me conformo.
Quizá antes de lanzar esta clase de generalizaciones deberíamos pensar en cualquier “ama de casa” que tenemos cerca para comprender la situación de cada persona y acercarnos a su realidad. Tal vez así podamos construir un pilar más sólido y fiable para que posteriormente los podamos transmitir a los alumnos y alumnas en las clases magistrales.
Basándonos en la humanidad y la dignidad de las mujeres y dejando de lado el “análisis científico de las cosas” deberíamos hacernos una serie de preguntas; ¿Quién escucha los problemas de su marido e hijos/as al llegar a casa? ¿Quién hace 1001 tareas de casa a la vez y apenas tienen tiempo para descansar? ¿A quién recurres cuando entiendes o no sabes hacer algo?, ¿Quién ha perdido la oportunidad de formarse porque se quedó embarazada o tuvo que trabajar duro para que estudiase el varón de la familia? ¿Quién suele renunciar a su puesto de trabajo para quedarse a cargo del bebé? ¿Quién suele tener una jornada de 8 horas y llega a casa y aún la quedan otras tantas dedicadas a la casa y a la familia? Etc…etc… etc…
Probablemente en la mayoría de las preguntas habrás respondido: “mi madre “o “mi mujer”. No te asustes, no estás equivocado/a , la respuesta es… “LA AMA DE CASA”
La superwoman que siempre te escucha, te entiende, te comprende y aun así la sobra tiempo para que cuando llegues de tu “agotador día” lo tengas todo listo y no la des ni las gracias… y todo gratis y sin pedir nada a cambio. ¿Limitadas?, ¿con problemas de concentración? ¿Poca capacidad de escucha?... Igual deberíamos pensar más a menudo “rectificar es de sabios” y “nunca es tarde si la dicha es buena”.
Me exigiste SILENCIO y RESPETO, a mi me gustaría que pensaras y reflexionaras.
“El respeto es la base para que el mundo cambie”
“Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio”
Gracias por leerme
ROSA GARCÍA RODRÍGUEZ